EN MEMORIA DE EMILIO “LA PAYASA” SOSA PADRÓN (1942-1924)

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ALFREDO GARCÍA BECERRA

El béisbol mexicano ha sido cuna de innumerables talentos que han dejado una huella imborrable en el corazón de los aficionados, pero pocos han logrado trascender de la manera en que lo hizo Emilio “La Payasa” Sosa Padrón. Nacido en la vibrante ciudad de El Mante, Tamaulipas, el 27 de diciembre de 1942, Emilio emergió de la humildad de su hogar, hijo de Emilio Sosa Pérez y Sra. Amparo Padrón Contreras, para convertirse en un coloso en los diamantes de béisbol, no solo se convirtió en un ícono del deporte, sino en un verdadero héroe local.

Desde sus humildes comienzos en la Liga Municipal de Béisbol con el equipo “Crucero 33”, hasta su ascenso al estrellato con la Cooperativa Ingenio Mante, Emilio demostró que la pasión y el compromiso son la esencia del éxito. Su carrera profesional, que se extendió desde 1961 hasta 1978, fue una época dorada para el béisbol mexicano, y “La Payasa” Sosa fue uno de sus más brillantes protagonistas.

Con un promedio de bateo de .295, 15 jonrones y 320 carreras impulsadas en 985 juegos, Emilio se destacó en equipos como los Petroleros de Salamanca, Petroleros de Poza Rica, Indios de Pawtucket, Águilas de Veracruz, Tigres de la Ciudad de México, Tampico Alijadores y Ciudad Valles. Pero fue en 1965 cuando alcanzó la cima de su carrera, al ser coronado campeón bateador con un impresionante porcentaje de .371 con los Petroleros de Poza Rica.

Su legado va más allá de las estadísticas y los títulos. Emilio Sosa Padrón fue un hombre de familia, un compañero leal y un competidor feroz. Su apodo, “La Payasa”, reflejaba su personalidad alegre y su habilidad para mantener el espíritu de equipo incluso en los momentos más tensos. Era un jugador que sabía que el béisbol era más que un juego; era una forma de vida.

Hoy, el campo deportivo de béisbol conocido como Irrigación lleva su nombre, un tributo eterno a su contribución al deporte y a su ciudad natal. Emilio “La Payasa” Sosa no solo fue un campeón en el campo, sino también en la vida. Su dedicación, entrega y pasión por el “Rey de los Deportes” lo convirtieron en un modelo a seguir para las generaciones venideras.

Aunque ya no esté físicamente entre nosotros, su espíritu sigue vivo en cada juego, en cada swing y en cada niño que sueña con ser como él. Emilio “La Payasa” Sosa Padrón, el orgullo de Mante, el “monstruo de las batallas beisboleras”, será recordado siempre como un gigante del béisbol mexicano.

Descanse en paz, Emilio. Tu legado perdura en cada rincón de El Mante y en cada página de la historia del béisbol.